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Estamos a las puertas de un periodo que en su vertiente económica se caracteriza por el GASTO.

Desde hace unos días hemos pasado por el Black Friday, Ciber Monday, rebajas anticipadas, la publicidad, casi agresiva, para la compra de regalos, viajes, las comidas…y todo ello en los países, digamos, desarrollados.

En CONSIDERA estamos llevando a cabo varias acciones formativas en Cooperación al Desarrollo, y necesariamente nos planteamos el debate sobre la desigualdad.

El contexto internacional está marcado por cifras de pobreza que alcanzan cotas muy elevadas, principalmente en los países denominados del “Sur”, y por una globalización de carácter neoliberal que acentúa las desigualdades internacionales: una minoría vive con la mayoría de las riquezas y una mayoría con la minoría: el 1% más rico tiene tanto patrimonio como el resto del mundo.

Esta desigualdad no está lejos, en el seno de la Unión Europea seguimos a distintas velocidades entre los países más desarrollados del Norte, y los que aún estamos en la senda de la convergencia, en el Sur y Este.

De hecho, España figura entre los países europeos donde más ha aumentado la desigualdad de ingresos y el número de personas pobres y en riesgo de exclusión (ha pasado del puesto 15º al 4º de países europeos). Así lo señala Oxfam en su informe Europa para la mayoría, no para unos pocos.

Esta situación de desequilibrio entre las regiones ha llevado a que la UE haya desarrollado diferentes políticas, que en 2010 fueron revisadas, estableciendo una estrategia de crecimiento para los próximos años Europa 2020, que abre una nueva generación de programas para conseguir un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo, identificando los siguientes ámbitos clave: investigación e innovación, transporte, energía, oportunidades de empleo para los jóvenes y mejora de la competitividad de las empresas europeas.

Esta política de cohesión se ejecuta a través de tres fondos principales: Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), Fondo de Cohesión (FC) y el Fondo Social Europeo (FSE), junto con el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER) y el pesquero (FEMP), que constituyen los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos.

Los estados contribuyen financieramente a estos Fondos a través del presupuesto de la UE que se reparte de forma equitativa: cuanto mayor sea la economía de un país, más aporta, y viceversa.

La mayor parte de los fondos de la política de cohesión se concentran en los países y las regiones menos desarrolladas, para ayudarles a que se recuperen y reducir las diferencias económicas, sociales y territoriales que todavía existen en la UE.

¿Pero cómo se mide la riqueza de las regiones? ¿Cuáles son los indicadores clave para conocer el nivel de desarrollo de un país o región? ¿Es el PIB es referente del desarrollo y bienestar? ¿Es la distribución de la renta y el patrimonio?

Según la distribución de la renta, Suecia es el más igualitario de estos ocho grandes países y España el más desigual. Por ejemplo, la renta del 50% que menos gana en Suecia es el 33% de la renta sueca total; en España sólo llega al 26,8%. Y por arriba, el 10% que más gana en Suecia se lleva el 20,1% de la renta del país; en España, el 24,5%.

Os animamos a leer este interesante artículo de El País, que nos puede servir de reflexión: El nuevo mapa de las desigualdades en la UE, en el que se presenta el resultado del estudio realizado por la Comisión Europea, junto con el Instituto Vasco de Competitividad (Orkestra), en el que se ha aplicado el índice de progreso social ideado por la ONG norteamericana Social Progress Imperative a 272 regiones europeas.

Una de sus principales conclusiones es la siguiente: las regiones con un mayor PIB per cápita no son las que mejor lo hacen en términos de progreso social. España, y por extensión los países del arco mediterráneo, cubre de manera muy eficaz las necesidades básicas de sus ciudadanos, pero no facilita oportunidades igualitarias en la medida en que sí lo hacen otros países con el mismo nivel de riqueza.

En este sentido, se constata el triunfo del modelo nórdico. Finlandia, Dinamarca y Suecia ocupan las primeras posiciones en progreso social por su modelo inclusivo. Cuentan con un sistema educativo más amplio, un acceso más igual a los servicios públicos y un menor índice de corrupción.

La pregunta que nos podemos hacer, ¿queda margen de actuación en el diseño de las políticas para converger con los países que han demostrado tener un modelo de desarrollo más inteligente, sostenible e inclusivo?