Esta semana la Presidenta de la Junta de Andalucía ha confirmado que “en breve se publicará en el BOJA la Orden de las nuevas convocatorias de Formación Profesional para el Empleo”, que estaban paralizadas desde 2013, y que lamentablemente tantas noticias sobre posibles fraude ha provocado en estos años.
La formación profesional es un factor clave en el desarrollo de las personas, las organizaciones y los territorios, y elemento estratégico para la generación de conocimiento. Además, en España, alcanza un valor muy importante en la ordenación de los flujos laborales y para las denominadas políticas activas de empleo, que se articulan en tres ámbitos: en la Administración educativa, en la Administración laboral para la formación ocupacional para personas desempleadas, y para la formación profesional continua para personas trabajadoras en activo.
En un contexto como el actual en el que confluyen, por un lado, factores como el desempleo estructural, las amenazas de exclusión social de determinados grupos de población, nuevas reglas del mercado laboral, empresarial y de emprendimiento, y, por otro lado, la aparición de nuevos perfiles profesionales y nuevos empleos, urge poner en marcha programas desde el sector público que den respuestas efectivas y adecuadas a las oportunidades que ofrece la sociedad, principalmente a través de la formación y capacitación de las personas.
En este sentido, el proceso de formación debe suponer la capacitación y el entrenamiento de habilidades y conocimientos, teóricos y prácticos, que permita a las personas gestionar sus aptitudes y mejorar sus potencialidades, y que posibilite a las empresas –públicas y privadas- ser más eficaces y competitivas. Esto es un aprendizaje amplio, acumulativo, y a lo largo de la vida, de cualificaciones y, sobre todo, de competencias, las cuales incluye referencias a lo cognitivo, lo funcional, lo personal y lo ético.
El bagaje formativo de una persona u organización supone un valor, en términos económicos y sociales, en el cual es conveniente y necesario invertir tiempo y recursos.
Ahora bien, si el objetivo de la formación es crear y gestionar el conocimiento que permita adaptarse a las necesidades cambiantes que marca el entorno, el mercado, la legislación o la economía, deben diseñarse programas formativos que incluyan no solo conocimientos técnicos o específicos, sino también aspectos transversales que permitan la movilidad de un empleo a otro, de un sector a otro y de una carrera profesional con períodos de formación, ocupación, desempleo y autoempleo.
El éxito de la política de formación estará, por tanto, en función del adecuado ajuste entre las necesidades y expectativas de la población objetivo, con el diseño de la formación, entendiendo dicho ajuste en los siguientes términos:
- Apropiada selección de perfiles tanto del personal formador como de las personas beneficiarias de la formación.
- Coherencia y calidad de los contenidos formativos, en relación a las necesidades de formación y capacitación en competencias, genéricas y específicas.
- Adecuación de los tiempos y recursos didácticos de las distintas acciones formativas a las necesidades personales y profesionales de los personas a las que se dirige.
- Elección de la metodología apropiada para abordar las acciones formativas.
- Logro de transferencia de los conocimientos al entorno profesional, para el desempeño actual o futuro.
Con estas premisas desde CONSIDERA estamos preparando en estos días varios proyectos formativos orientados a la mejora continua de la población empleada de diversas entidades públicas y privadas, bajo un enfoque que identifica distintos perfiles de aprendizaje y que adapta los itinerarios formativos a estas características. Yourlearningway© (ver www.yourlearningway.com).