En Considera, una vez más, queremos celebrar el Día Mundial de la Educación Ambiental.
Son más de 18 años desde que decidimos que, como personas, estábamos dispuestas a actuar en primera línea de acción a favor de la responsabilidad ambiental de nuestro entorno, convirtiéndose en uno de nuestros signos fundamentales de identidad.
La Educación Ambiental a lo largo de todo este tiempo nos ha permitido acercarnos e interactuar de primera mano con la ciudadanía. Gracias a ello, no sólo hemos pretendido divulgar esta educación en valores, sino que proyecto tras proyecto hemos experimentado numerosas vivencias. Esto nos ha ayudado a enriquecernos como profesionales para intentar comprender el contexto social que caracteriza a nuestras comunidades, un aspecto fundamental para lograr la fórmula del éxito: Traspasar los límites de la educación convencional. Por ello, decimos ¡gracias!
En los últimos años la Educación Medioambiental se ha convertido en una herramienta básica de comunicación. Sin embargo, ¿cuál es la labor del educador o educadora ambiental? Tras años de experiencia, numerosos han sido los proyectos dirigidos, proyectos que han permitido abordar problemas medioambientales perceptibles en mayor o menor medida por la ciudadanía. En este proceso, el papel del profesional como educador o educadora ambiental es fundamental, ya que tenemos la responsabilidad de conocer el tejido socioeconómico del público objetivo y, a partir de esta base, saber escuchar, transmitir y atraer la máxima atención posible.
Este propósito es, quizás, el más arduo de asumir. Resulta sencillo hablar sobre reciclaje o consumo responsable, pero difícil conseguir transformar los hábitos insostenibles de una persona. Es en este sentido donde debemos luchar y trabajar duro, sin permitir caer en la desolación y desesperanza.
Por ello, desde Considera defendemos la formación de nuestros formadores. Formadores que provean al profesorado de conocimientos y herramientas educativas que les permitan integrar en su programa didáctico la transversalidad de la educación ambiental y la empatía con el medio natural y, por lo tanto, consigo mismos. Formadores que conviertan en protagonistas a las nuevas generaciones a través de la filosofía: a grandes problemas pequeñas soluciones. Formadores que permitan que las familias disfruten de espacios comunes de desarrollo y aprendizaje. Y, por último, formadores que crean en sus capacidades como agentes del cambio y transmitan sus positivas convicciones.
Creemos en esta labor como creemos en la integración de la acción popular y del poder de la ciudadanía en cualquier proceso de lucha por un deber y un derecho fundamental: disfrutar de un ambiente adecuado hoy y en el futuro.
Es en este proceso donde seguiremos sintiéndonos responsables y seguiremos estando presentes.