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El “Buen Vivir”, o en quechua Sumak Kawsay, se refiere a vivir en equilibrio, plenitud y en consonancia con la naturaleza. Esta filosofía o forma de vivir procedente de Latinoamérica no es nueva, sino que se ha puesto actualmente en relieve para hace frente a la globalización y el mercantilismo salvaje, en el que tanta gente se está viendo desplazada por los mercados, y están viendo cómo se pierden culturas, idiomas, tradiciones, etc.

El Buen Vivir, nace de los pueblos indígenas de América Latina, en especial en Bolivia y Ecuador. Está tan arraigada en estos pueblos, que estos países incluyen un reconocimiento institucional al Buen Vivir en sus Constituciones.

Pero esta filosofía ha traspasado fronteras, alcanzando Europa con la llegada de la globalización. Y es que, la globalización ha creado una resistencia hacia ella muy importante, pues los “perdedores” de la liberalización de mercados buscan un nuevo modelo del que poder sentirse partícipes, es aquí donde cogen protagonismo filosofías como El Buen Vivir.

Está claro que el Buen Vivir difiere mucho del Desarrollo Económico o Capitalismo, en primer lugar, en el fin. El fin del Capitalismo es conseguir el máximo beneficio monetario posible, sin importar casi nada más, mientras que el Buen Vivir tiene un objetivo muy distinto, como es la realización personal y la armonía de la comunidad con el medio ambiente. Que una tenga por objetivo el bienestar de todos y del entorno, frente al máximo beneficio, ya nos deja claro que en uno de los dos modelos uno de los fines es la reducción de las desigualdades de la ciudadanía.

Otra de las diferencias entre los dos modelos es que el del Buen Vivir busca el equilibrio con el medio ambiente, poniéndolo en el mismo nivel que el ser humano (incluso en uno mayor), mientras que la economía de mercado, al buscar el crecimiento acelerado sin una clara necesidad, hace que cada vez se necesiten más recursos naturales para la producción y, por tanto, el agotamiento de los recursos naturales está presente en el modelo capitalista. Por ende, este modelo no es adecuado para preservar el medioambiente, e incluso está acabando con él.

Otra de las diferencias más claras, es que el capitalismo es más analítico, más objetivo y se puede medir de fácil manera (por lo general, se utiliza el PIB y los datos macroeconómicos para hablar de nivel de riqueza), mientras que, en el Buen Vivir, son aspectos más subjetivos y emocionales los que afloran.

Por tanto, ¿es el Buen Vivir latinoamericano una alternativa para el nuevo mundo que saldrá de la crisis que estamos padeciendo actualmente? Seguramente lo que deba salir de esta crisis es una sociedad que recoja características de diferentes alternativas, y una de las prioridades debería de ser el cuidado de la naturaleza y los recursos naturales que tanto predica el Buen Vivir.