En estos días damos por finalizado el 2016, otro año más que pasa, pero esta vez de un modo muy diferente a los demás.
Me sugirieron reflexionar en un artículo sobre el tema que más me interesara. Obviamente, lo primero que se me pudo venir a la cabeza fue escribir sobre la situación ambiental que estamos viviendo a lo largo de los últimos tiempos, no solo porque sea un tema que me apasiona y que a la vez me preocupa bastante, sino porque puedo decir que ha marcado mi vida a lo largo de estos cuatro años, y que me definirá bastante profesionalmente en los años venideros.
Sin embargo, creo que aún más relevante, ha sido lo que he llegado a vivir en los últimos meses.
Como cualquier estudiante en su último año de carrera, he llegado a experimentar sensaciones muy diferentes en muy poco tiempo: la ilusión de terminar algo que llevas tanto tiempo cosechando; el viaje fin de carrera con todos tus compañeros; tu gran día de graduación, el cual, puedo asegurar, es uno de los días más bonitos en la vida de cualquier estudiante; los agobios de última hora; la presión de los exámenes, trabajos, el proyecto fin de carrera, las prácticas; la nostalgia de todo lo vivido; la incertidumbre sobre qué te deparará el próximo año, tu futuro…
No creo que sea nada extraño mencionar tantas emociones, ya que todas aquellas personas que han pasado por este ´´último año” pueden sentirse, con seguridad, identificadas.
Sin embargo, desde mi punto de vista, la incertidumbre de no saber cómo vas a afrontar los próximos años, ni cual será tu nueva rutina, supera con creces a las menciones realizadas anteriormente.
Cuando somos niños lo único que nos preocupa es ir todos los días al colegio o instituto, preparar los respectivos exámenes e intentar terminar lo mejor posible para poder disfrutar del “verano de nuestras vidas”. Todos los cursos los enfocamos a un final que nunca vemos cerca, pero que a la vez estamos deseando alcanzar.
Sin embargo, cuando llega este esperado momento, llegan a la vez miedos que no esperabas que aparecieran, ¿y si todo el esfuerzo es en vano?, ¿y si no encuentro trabajo?, ¿y si lo que me encuentro en el mercado laboral no es lo que esperaba?, ¿tendré que salir fuera?, ¿tendré que empezar a estudiar de nuevo?, ¿me sentiré frustrada con las nuevas situaciones?
Estos miedos se acrecientan aún más cuando vivimos una época en nuestro país en la que los jóvenes pierden la ilusión por todo aquello que han construido a lo largo de su juventud, y que se ven obligados a viajar, no por placer, sino por obligación.
Este puedo decir que ha sido el resumen de mi último año, y el de tantos otros jóvenes.
Sin embargo, va a finalizar de la mejor forma de la que me podía esperar. No sé si por suerte, por casualidad, o por un cúmulo de circunstancias, existen jóvenes como yo que vamos a dar por finalizado el 2016 pudiendo ejercer en todo aquello en lo que hemos soñado, llevando a la realidad lo que en mucho tiempo hemos aprendido sólo a través de los libros y de las aulas, y por supuesto, intentando aportar nuestro grano de arena en el desarrollo de nuestro país, y de nosotros mismos.
Es por ello, que animo a todos los que no se encuentren todavía en esta situación a no venirse nunca abajo, a seguir formándose, y nunca dejar de creer en todo lo que hemos deseado en nuestros años como estudiante, ya que si lo buscas lo encuentras, quizás más tardíamente, quizás lejos de tu familia, quizás al principio no sea todo lo esperado, pero para eso somos dueños de nosotros mismos y tenemos que esforzarnos por desarrollarnos y llegar hasta donde nosotros queramos llegar.
Como experiencia personal he de decir que estos últimos meses han sido apasionantes, ya que mi vida laboral ha dado comienzo mucho antes de lo que me esperaba.
Con esto no quiero decir que todo lo que venga sea fácil, ya que los tiempos de seguir formándose no se quedan atrás, en la universidad, sino que continúan, y con mucha más intensidad, ya que los esfuerzos que a partir de ahora se realizan quedarán reflejados en la realidad y nuestro futuro no dependerá de unas simples calificaciones, sino de las aportaciones que podamos realizar.
Concretamente, como recién estrenada ambientóloga, sólo espero que mis compañeros, y todos y cada uno de los licenciados y graduados en esta ciencia, puedan mostrar a los demás todo en lo que creemos y confiamos, y lo más importante, que siempre se desarrollen conforme a sus principios, ya que, si nosotros no confiamos y luchamos por un mundo mejor, nadie lo hará.
En inmensidad de ocasiones nos han preguntado que en qué consiste nuestra carrera, si de verdad tiene alguna salida, e incluso nos han increpado opinando que existen cosas mucho más importantes que el medio ambiente. Pues bien, ahora nos toca a nosotros responder y demostrar que existen alternativas, y que cualquier cambio que realicemos en la vida cotidiana de cualquier ciudadano puede ser determinante. Por lo tanto, no debemos agobiarnos si en un principio no logramos realizar grandes hazañas, ya que debemos pensar que, si todos aportamos nuestro granito de arena, siempre habrá algo que haya mejorado.
Ahora bien, tampoco creamos que, por ser jóvenes, no debemos tener iniciativa y cosechar grandes ideas, todo lo contrario, somos el aire fresco que en muchas ocasiones le falta a la sociedad, y nos encontramos en el preciso momento de ofrecer todo lo que hemos aprendido. Por ello, es hora de demostrar la importancia de una juventud educada, crítica, con ilusión y con muchos recursos para conseguir todo lo que nos propongamos.
By Gloria Romero