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Cada vez más se difunden y se conocen más historias de mujeres sobresalientes, de mujeres que han luchado contra la discriminación y que han conseguido derribar barreras y marcar hitos en el camino hacia la igualdad entre hombres y mujeres.

A pesar de las importantes conquistas en este terreno, la desigualdad de género sigue existiendo, y sigue habiendo muchas mujeres que también merecen ser visibles aunque sea por lo contrario, porque aún sufren la discriminación por el mero hecho de ser mujeres, porque viven en sociedades que aún están lejos de tener una cultura de respeto y consideración en igualdad de condiciones hacia todas las personas por lo que somos, seres humanos.

Gracias a nuestro trabajo evaluando proyectos de cooperación al desarrollo, tenemos el privilegio de conocer de primera mano historias de vida de personas de las que siempre aprendemos algo. Historias como las que conocimos el año pasado, de mujeres como Bouchra, Fatima, Aicha o Chaimae, que viven en la Comuna Rural Bni Idder, en el norte de Marruecos, en un entorno rural tan poco igualitario que ni siquiera son conscientes de que pueden reclamar su derecho a la equidad. Son mujeres con unas duras condiciones de vida, que diariamente tienen que ir al bosque a buscar, cortar y cargar madera para encender los hornos en los que preparan la comida para toda la familia, que asumen todas las responsabilidades de la gestión del hogar y que soportan una carga de trabajo doméstico infinitamente mayor que la de los hombres. Mujeres en muchos casos analfabetas, que trabajan también en el campo y que no disponen de tiempo de ocio. Mujeres que sufren enfermedades respiratorias provocadas por el humo de los hornos en los que cocinan, o cuya salud se resiente en mayor medida que la de los hombres por el esfuerzo físico que hacen en la búsqueda y el transporte de leña para abastecer a su hogar. Mujeres que, además, no pueden participar junto a los hombres en reuniones en público en las que tomar decisiones o expresar sus opiniones.

Ellas son un ejemplo de que los desequilibrios entre géneros en países en desarrollo como Marruecos siguen siendo más que evidentes. Aunque no es menos cierto que no hace falta mirar lejos para constatar la existencia de este tipo de desigualdades, y es que seguro que conocemos mujeres cercanas que son muestra de ello.

Con motivo del día internacional de la mujer, sigamos reivindicando la necesidad de avanzar en la igualdad, reduciendo desequilibrios de género económicos, sociales o culturales que aún persisten en nuestra sociedad.